El Crucero de Batalla de los Vlka Fenrika Nordavind patrullaba cerca del borde exterior del Segmentum Ultima. Los Astartes confinados entre sus paredes de metal pasaban el tiempo haciendo combates de entrenamiento, acondicionando su equipo y, en suma, aburriéndose cuando de repente la terminal de comunicaciones emitió una parpadeante luz roja en el puente de mando. Un marinero bajo la atenta mirada de un Sacerdote de Hierro procedió a abrir un puente de comunicación con la señal entrante mediante un rápido tecleo.
“Saludos Guardia del Lobo Helfist de los Lobos Espaciales, soy el General Hemerick del Astra Militarum. Tengo un comunicado para usted, ya que es la única nave en las cercanías que puede ayudar… Hace más de un mes, perdimos el contacto con la Novialith, un crucero imperial de clase Lunar que patrullaba la frontera del Segmentum Tempestas a lo que se la dio por desaparecida, pero hace 2 horas volvió a aparecer en las proximidades del planeta Agrax, ubicado en el Segmentum Ultima. Tratamos de establecer comunicación con el crucero pero no hemos recibido ninguna respuesta, por lo que es posible de que la tripulación haya muerto.
Pero eso no es todo, la Novialith disponía de varios centros de investigación dedicados al estudio de los xenos, tanto científica como [censurado por la Santa Inquisición] , sería una verdadera pérdida dejar que los datos que hayan podido recabar los científicos imperiales sobre los xenos se perdieran en el espacio profundo o que alguien los robara.
Su misión consiste en dar con la Novialith: adentrarse en el crucero para averiguar por qué desapareció, reestablecer las comunicaciones y encontrar algún superviviente, si lo hay. Utilice los medios que crea necesarios para proceder, pero recuerde que el Alto Mando de Terra necesita esos datos de investigación cueste lo que cueste, contamos con usted y sus Lobos Espaciales. En el nombre del Emperador, cambio y corto.”
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Con un gruñido, el Guardia del Lobo miró el puente de mando y a la tripulación fenrisiana de éste. "Maldita sea, ¿cómo pueden perder una nave?" - pensó - "Y más si estaban investigando psíquicamente a los xenos...". Todos estaban pendientes de ver cómo se lo tomaba, pero Helfist ya era un veterano de mil guerras y asintió con un cabeceo al capitán, que procedió a impartir las órdenes necesarias. Mientras bajaba del strategium contuvo un escalofrío mientras enseñaba los dientes. Esta misión no le daba buena espina.
El crucero de clase Lunar Novalith, yendo a la deriva.
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El Nordavind fijó las coordenadas del planeta Agrax y saltaron a través de un portal de la disformidad. Al llegar dieron con la Novalith estacionada en mitad de la órbita superior: los escáneres no detectaban algún rastro de energía en la nave, con todos sus sistemas armamentísticos desconectados al igual que los escudos. A Helfist eso le pareció raro, pero aun así mandó acercar la nave lo bastante como para poder desembarcar algunas Stormwolf y abordarla.
El propio Jefe de la Guardia del Lobo, acompañado por un destacamento de sus salvajes Astartes tomó las cañoneras y volaron rumbo a la nave fantasma. Aterrizaron dentro del hangar principal de la Novalith aprovechando que sus compuertas no estaban del todo cerradas. Una vez desembarcó el destacamento de Helfist comenzaron a adentrarse en el crucero. Tan solo se escuchaba silencio: casi toda la nave estaba a oscuras debido a la falta de energía, a excepción de algunas luces de emergencia. De pronto Helfist recibió una comunicación urgente del Nordavind.
Los sistemas armamentísticos de la Novalith volvieron a la vida y los cañones láser y de plasma apuntaron como blanco enemigo al crucero de los Astartes. Abriendo fuego sobre la nave de los Lobos Espaciales, la munición iónica hizo que los escudos y algunos sistemas defensivos fallaran, mientras que los láseres y el plasma comenzaron a abrir enormes agujeros en la nave que en pocos segundos se convirtió en una enorme y silenciosa bola de fuego. Helfist y su destacamento no podían creer los que acababa de ocurrir y, entre aullidos, lamentaron la pérdida de tantos fenrisianos. Ahora solo podían adentrarse en la oscuridad del crucero imperial y descubrir que estaba pasando...